APUNTES HISTÓRICOS
SOBRE LOS ENCAJES EN CASTILLA Y LEÓN

(Natividad Villoldo)
 
El inicio del encaje en Castilla y León es muy oscuro, debido tal vez a que la palabra encaje sólo esté documentada desde el siglo XV. De cualquier modo, sabemos que el entrecruce de hilos procedentes de fibras, se remonta a las primeras civilizaciones. Con las Edades de los Metales se descubrieron las técnicas de estiramiento de los mismos, inventándose entonces los hilos de cobre y también de oro.
Según investigadores competentes en esta materia, el encaje se realizaba ya en tiempos remotos, empleándose mallas para la caza y redes de pesca, pero aquí nos limitaremos exclusivamente a las referencias sobre el encaje castellano que conocemos a través de documentos y estudios acreditados.
Para empezar, tenemos muchas alusiones en el Poema de Mío Cid que se refieren a labores realizadas con oro:
 
"vistió camisa de rrançal tan blanca como el sol,
con oro e con plata todas las presas son,
al puño bien están, ca él se lo mandó;
sobr' ella un brial primo de çiclatón,
obrado es con oro, pareçen por ó son;
sobr' esto una piel vermeia, las bandas d'oro son;
siempre la viste Mio Çid el Campeador"(1).

El frisado de Valladolid queda englobado dentro de los Puntos de España, está realizado con metales nobles y sedas. La fastuosidad y riqueza es natural, debido al uso que estaba destinado: ornamentos sagrados que debían realzar la perfecta policromía de los altares. Las piezas conservadas así lo atestiguan.

 


La mayoría se hicieron con plata sobredorada, que mezclada con sedas polícromas adquiría un maravilloso efecto. La hebra metálica que sirve como guía, se deja ver entre los puntos de festón y también en los anillados planos, que habitualmente forman y unen los motivos del encaje o sirven de ornamentación.
La policromía es la característica fundamental del encaje español durante los siglos XVI y XVII. Con toda seguridad, el gusto por el color fue herencia de los árabes.


Según M. A. González Mena (*), "al frisado de Valladolid le ha cabido la gloria de alcanzar el nivel de exaltación de la belleza, por presentar calidades especiales de riqueza y alarde técnico, impulsadas por el principio de la creatividad. El frisado de Valladolid es el género más refinado, más noble y señorial de todos los encajes hechos en España y fuera de España. Es un género único salido del ingenio creador hispano y lleno de embrujo por los materiales empleados, asociados casi misteriosamente a una técnica nueva".
 
La mayor riqueza le viene dada por unas anillas o frisados que se van intercalando entre los motivos a festón, quedando las mismas en relieve y formando verdaderas filigranas. Es distinto a cualquier otro tipo de encaje debido a que previamente no se colocan hilos de contorno para la fijación.
 
* "Un encaje castellano: el frisado de Valladolid", Narria, Madrid, 1981, p. 10.

Los encajes conventuales de los siglos XVII y XVIII están realizados generalmente con hebra muy fina y resultado de la evolución de los encajes flamencos. Son de hilos continuos y los diseños generalmente florales.
El fondo de estos encajes formaban redaño, realizado sin picado.

 

encaje conventual del siglo XVII

Una muestra de Punto de Tordesillas se encuentra como encuadernación del Libro de Horas de doña Ana de Austria, conservado en la Bibliothèque de l'Arsenal, de París.

 

Punto de Tordesillas (elaboración actual)


Se trata de un encaje realizado a la aguja con hebras metálicas y sedas polícromas. El colorido le da cierta espectacularidad, utilizándose distintos tonos de un mismo color en degradación.

Detalle de mantilla, encaje de blonda

La blonda, procedente de Cataluña, fue divulgada en España por personas procedentes de esa región que se establecieron en La Mancha, creando una artesanía próspera que influyó a su vez en Castilla y León. Este encaje estaba destinado a la realización de mantillas que, lucidas en los actos religiosos o en las tardes de toros.


La mayoría de las mantillas encontradas en Castilla y León responden a las características de las blondas llena y de castañuela.


La blonda se realiza con dos tipos de seda: la granadina o torcida, y la floja, esta última para llenar los motivos decorativos, a su vez contorneados por un torzal de seda.
Hay varios clases de blonda: llena, castañuela, de dos tonos, ligera, de espuma, de reja, de matiz y polícroma.